Cultura

Ridley Scott, sobre su ‘Napoleón’: “Una película no puede ser una lección de historia”

Ridley Scott, sobre su ‘Napoleón’: “Una película no puede ser una lección de historia”

Llega el tan esperado Napoleón de Ridley Scott (que se estrena en España el próximo viernes) envuelto en un excitante olor acre de pólvora y polémica. El cineasta ha hecho la machada de tratar de meter la vida completa del corso en una película y claro, le ha quedado todo pelín acelerado (le presentan a la archiduquesa María Luisa y a la siguiente escena ya le entregan al hijo que tuvo con ella; Waterloo es un choque frontal en el que no salen los combates por la granja de la Haye Sainte ni por el castillo de Hougoumont y en el que los prusianos llegan enseguida). Y con las prisas y el exceso de elipsis, se han caído algunos asuntillos: como la guerra de España entera, aunque es cierto que Bonaparte hubiera estado de acuerdo en correr un tupido velo sobre “la úlcera española”. No obstante eso y alguna licencia como mostrar al emperador al frente de cargas de caballería sable en mano en Borodino y Waterloo, donde sufría de hemorroides, Napoleón es un gran espectáculo, con batallas, sexo, húsares —el director prefiere recrearse en Hippolyte Charles, el guapo amante de Josefina (un deportista de riesgo) en lugar de mostrar al húsar icónico (aunque sufría de alopecia), el general Antoine de Lasalle, caído en Wagram y no de la cama)—, y hasta momias, y cañones, muchos cañones. El Napoleón del director no se mete la mano en la pechera sino que su gesto icónico es taparse los oídos al cañonear.

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