La microhistoria, el relato de lo pequeño, se consideró durante siglos irrelevante y, por lo tanto, intrascendente. Cuando en los años setenta se empezó a analizar —de la mano de, entre otros, Carlo Ginzburg— fue eso pequeño lo que sacudió los cimientos de la gran historia. En la arquitectura, como en las ciudades, la vida o las personas, suele ser lo pequeño —el detalle— lo que define la calidad. Y lo pequeño, claro, no grita. Por eso exige una búsqueda, un tiempo. Cuando se halla, reescribe lo que sabemos.
La amenaza de demolición de una zapatería en Madrid que nunca se inauguró marca la época reivindicativa de lo pequeñoLeer más