Imagínese jugando a un videojuego con unas gafas de realidad virtual y, mientras el personaje se aproxima a un jardín, usted, que está sentado en el sofá, empieza a percibir el olor a rosas, lirios u hojas mojadas. El aroma disminuye hasta desaparecer cuando el personaje cambia de escenario y luego surge otro más dulce, porque se acerca a la tienda de frutas. Por su complejidad, el sentido del olfato ha quedado fuera de los entornos digitales inmersivos que contemplan la visión, la escucha, y, en los más sofisticados, el tacto. O al menos, así ha sido hasta ahora.
Un equipo de investigadores presenta un dispositivo inalámbrico que libera olores de manera personalizada en experiencias con gafas de realidad virtual