Cultura

La Movida sobrevive a su mito de movimiento fugaz

La muerte el pasado martes de la fotógrafa Ouka Leele, icono de la Movida madrileña por sus imágenes de retratos coloreados y surrealistas, vuelve a poner sobre el tapete un movimiento artístico y cultural controvertido, mitificado y machacado, que más de cuarenta años después de su eclosión sigue alimentando discusiones y recuerdos. “Fue un grupo de imberbes que se rebelaron contra sus hermanos mayores, los del pelo largo y las trencas que corrían delante de los grises”, dice por teléfono el fotógrafo Miguel Trillo, nacido en Jimena de la Frontera (Cádiz) en 1953 y retratista de la juventud de las calles y bares de la Movida. Él estuvo en lo que se considera la fecha de inicio de la Movida, el concierto del 9 de febrero de 1980 en la Escuela de Caminos de Madrid, en homenaje al batería del grupo Tos, Canito, muerto en accidente de tráfico en la Nochevieja de 1979. Sin embargo, antes de aquel recital, Ouka Leele, por ejemplo, ya había presentado su serie Peluquería, retratos de amigos que adornaba con tocados que elaboraba con objetos o animales muertos. La propia Ouka Leele (Bárbara Allende) contaba en este periódico en una entrevista hace un año cómo se enteró de lo que era la Movida: “En la Navidad de 1981 volvimos a Madrid [de Barcelona] y el fotógrafo Carlos Serrano me decía: ‘¿Sabes lo que se lleva? La Movida… la Movida es ir a casa de tal y luego ir a otra…”.

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Con la muerte de la fotógrafa Ouka Leele desaparece un icono de la corriente cultural y artística que tomó Madrid en los ochenta y cuyo legado perdura a pesar de los intentos de desacreditarlaLeer más

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